Finalmente encontré mi terraza. La terraza de un edificio muy alto. La terraza del LeParc.
Es un lugar imponente. Desde ahi se ve casi toda la capital federal. Desde ahi los pabellones de ciudad universitaria parecen piezas de Lego. Eso es lo que en primer lugar me atrae.
Esta terraza da toda la vuelta al edificio y al caminarla noto dentro de ella por un lado cables y luces y por el otro plumas y otras marcas que me indican la presencia de pajaros.
Pero una vez que me adentro y camino unos metros por las baldosas rotas y flojas hasta la baranda la sensación es otra; vertigo. Mirando hacia abajo se ven grandes perspectivas. Balcones, bordes y la misma pintura del edificio forman rectas que se fugan hacia abajo donde todo es diminuto. Las barandas también se unen en ese juego de lineas y ángulos rectos que hacen este un lugar puntiagudo y lleno de figuras interesantes.
Al mismo tiempo silencio absoluto. Hay viento pero no hace ruido. Y no es tan fuerte como esperaba.
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